PROJECTES - CUSCO - SOCIEDADES HIDRÁULICAS
Agua, asentamientos y territorio
La gran estrategia de gestión del agua que implicó el desarrollo del Cusco como capital del Tawantinsuyu no constituyó un ejemplo aislado, ni en el contexto de los Andes ni en el resto del continente americano. A pesar de las extraordinarias dimensiones de la obra realizada por los incas, contamos en América con otros ejemplos de asentamientos organizados como una extensa red articulada a partir de una sofisticada gestión de los recursos hídricos. Buenos ejemplos como el de Tenochtitlan, en México, donde los diques de la gran capital de los mexica eran las vías de circulación de una auténtica ciudad flotante, que se extendía sobre islas artificiales construidas en el lago Texcoco. También en esta misma época, en el corazón de la sierra nevada de Santa Marta, junto al Caribe colombiano, los tairona habían construido una extensa red de más de 200 asentamientos entrelazados que ocupaban las laderas elevadas de la sierra. Los caminos enlosados y las escaleras de bloques de piedra garantizaban la circulación y además conducían el agua en la estación lluviosa. Si nos desplazamos hacia el norte y retrocedemos ochocientos años en el tiempo, en el valle del río San Juan, en lo que hoy es el desierto de Nuevo México (EEUU), la cultura Anasazi construyó una densa red de asentamientos ceremoniales que ocupaban una amplia llanura en torno a un estrecho valle que actualmente es denominado Chaco Canyon. El agua del valle, procedente de las montañas nevadas de San Juan y de las escorrentías de las mesetas elevadas, era canalizada y encauzada para alimentar una retícula de campos de cultivo que formaban cercados rectangulares. Podríamos continuar con los extensos campos elevados de la costa del Caribe colombiano, los llanos de Barinas (Venezuela) o del entorno del lago Titicaca, por citar tan sólo algunos de los ejemplos más conocidos, para darnos cuenta de la importancia que tuvo la gestión del agua, tanto en las sociedades altamente jerarquizadas, como en las sociedades de jefatura dotadas de organizaciones políticas menos estratificadas socialmente. Dichos ejemplos también nos muestran cómo la fundación de las antiguas ciudades americanas, como el Cusco, implicó la ocupación y trasformación de extensos territorios agrarios. Los centros urbanos se extendían gracias a los caminos y sobre todo a los cauces de agua. La aparición de las formas urbanas fue una consecuencia del conocimiento y adaptación al entorno que trajo consigo la agricultura intensiva. El paisaje transformado que constituían estos extensos asentamientos fue ante todo un paisaje producto de la gestión del agua.